mercredi 1 août 2007

Arde Canarias


"Con todo lo que he llorado, podía haber salvado mi casa"
[ ... ] El fuego que el lunes arrasó el valle [de Mogán] que protege el pueblo y sus alrededores deformó la figura de las plantas. [ ... ] Miran hacia abajo, como Emilio, un vecino que contempla lo poco que queda de su casa, una de las seis que se chamuscaron. Acompañado por dos amigos, recibe el ánimo de todo el que pasa por su lado. Él, resignado, no contesta a nadie; se encoge de hombros e intenta disimular como puede sus ojos rojos. Cuando no aguanta más, revienta: "Con todo lo que he llorado, podía haber salvado mi casa".

[ ... ] Tampoco había luz ni agua en Mogán, un pueblo fantasma. Era como si se hubiese detenido el tiempo. O quizás era una señal de que había que empezar de nuevo. "Está todo desconocido. El fuego ha arrasado muchas fincas, aunque veo que las estructuras no están tan mal como creíamos", asegura Enrique, de 56 años, dueño de uno de los restaurantes del pueblo. Ha subido con su familia a recoger algo de ropa y a comprobar que su casa y la de su hijo Alejandro no se han visto afectadas. El joven, de 26 años, que trabaja en el negocio familiar, no oculta su alegría al ver que en su finca sólo se ha calcinado un aguacatero. El muro que protege el terreno frenó el fuego. "Ayer vi desde la parte alta cómo se quemaba el pueblo; en ese momento le dije a mi novia 'esto se acabó', y mira, no fue para tanto", reconoce aliviado, después de haber "llorado como un niño" el día anterior.

[ ... ] Desde la carretera, Enrique señala con el dedo y explica cómo toda la ladera que ahora es negra, que está carbonizada, antes era verde: "No te lo puedes ni imaginar, toda esta zona es el pulmón de Gran Canaria, era precioso; era". Su voz se entrecorta cada vez que confunde el presente con el pasado. No se hace a la idea todavía de que el fuego ha marcado un antes y un después.

[ ... ] De vuelta a Mogán, Enrique no hace más que parar en cada curva del desfiladero. Se baja de su furgoneta, observa el paisaje desolador y repite una y otra vez: "Qué pena, qué pena". Su mujer e hijos asienten y tratan de hacer un resumen de la situación de cada vecino: "Mira, la finca del alcalde está arrasada, aquella otra aguantó, a la nuestra no llegó por poco". Y otra vez: "Qué pena, qué pena, pobre gente".

A última hora de la tarde de ayer, cuando se restableció el suministro eléctrico, el Ayuntamiento permitió regresar a los vecinos a sus casas para que se instalasen. Pocos lo hicieron. Tenían garantizada una noche más de alojamiento en algunos de los hoteles o apartamentos de Puerto de Mogán en los que habían pernoctado la noche anterior. Decían que querían aprovechar y descansar. Otros tenían miedo de que el fuego se pudiera avivar de nuevo, aunque estaba garantizado que no iba a ser así. Javier, un hombre mayor, de unos 60 años, mientras paseaba por el Puerto reconocía: "Lo que pasa es que no queremos afrontar que volvemos a un sitio que, al menos de momento, no es el que era".

El País- JAVIER LAFUENTE - Mogán - 01/08/2007

El desastre provocado por las llamas en Gran Canaria y Tenerife retratado por Ramón (El País, 03/08/07)

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